CIPRIANO DE RORE (1515/16-1565)
Vieni, dolce Imeneo
Madrigali

1 Dalle belle contrade d’oriente
2 Candido e vago fiore
3 Mentre lumi maggior
4 Un altra volta la Germania strida
5 Poi che mi invita Amore
6 Non è lasso martire
7 Alcun non puo saper
8 Sebben il duol
9 Alma Susanna
10 O sonno
11 Di virtù, di costumi
12 Tra più beati e più sublimi cori
13 Convien ch’ovunque sia
14 Vieni, dolce Imeneo
15 Mia benigna fortuna
16 Volgi ’l tuo corso
17 Come la notte
18 L’alto signor
19 O morte, eterno fin

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Acerca de este álbum

Con Vieni, dolce Imeneo, La Compagnia del Madrigale propone otro importante capítulo en su estimulante recorrido por el territorio de la creación vocal secular en la Italia del último Renacimiento y el primer Barroco. Cipriano de Rore fue uno de los compositores más influyentes en su época, aunque hoy permanezca un tanto olvidado. Flamenco de origen, tuvo una gran aceptación especialmente en las cortes de Ferrara y Parma, pero con un prestigio que se extendía por toda Europa. Compuso en muchos géneros, pero fue en el madrigal secular –el que se presenta en este disco– donde sus capacidades fueron más valoradas, por ejemplo en la creación de amplias y expresivas líneas melódicas combinadas con innovadores anticipos de la seconda pratica que después perpetuaría –aun en medio de grandes críticas– Claudio Monteverdi.

Otras grabaciones –todas también en Glossa– de madrigales de Marenzio, Gesualdo y Monteverdi nos han proporcionado ya exquisitos placeres musicales de la mano de los experimentadísimos miembros de La Compagnia del Madrigale, con su inusual delicadeza a la hora de combinar los timbres vocales y su meticulosidad dinámica. Todo un lujo que se pone ahora al servicio de 19 madrigales de Cipriano de Rore, compuestos en la etapa madura de su carrera.

Con textos de Petrarca, Ariosto y otros poetas, estas obras son un claro reflejo de la maestría de Cipriano a la hora de conseguir, de un modo ideal, la unión entre la poesía y la música – el título Vieni, dolce Imeneo hace honor a esta faceta, tal y como explica Marco Bizzarini en su igualmente fascinante ensayo.