ARIAS FOR DOMENICO GIZZI
A star castrato in Baroque Rome

01 Francesco FEO: Prima ’l vorace fulmine (Andromaca)
02 Leonardo VINCI: Amor che nasce (Didone abbandonata)
03 Alessandro SCARLATTI: Crude Parche (Telemaco)
04 Alessandro SCARLATTI: Sinfonia (Telemaco)
05 Alessandro SCARLATTI: O a morire o a goder (Telemaco)
06 Giovanni Battista COSTANZI: Per due pupille belle (Eupatra)
07 Giovanni BONONCINI: Amore inganna (Etearco)
08 Giovanni BONONCINI: Barbari siete, o Dei (Etearco)
09 Domenico SARRO: Sinfonia (Ginevra principessa di Scozia)
10 Domenico SARRO: Povero amor tradito (Ginevra principessa di Scozia)
11 Nicola PORPORA: Volo il mio sangue a spargere (Adelaide)
12 Domenico SARRO: La brama di regno (Il Valdemaro)
13 Domenico SARRO: Cieca nave, infidi sguardi (Ginevra principessa di Scozia)
14 Francesco FEO: No, non mi basterà (Andromaca)
15 Leonardo VINCI: Su la pendice alpina (Didone abbandonata)

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Acerca de este CD

La nueva grabación de Antonio Florio para Glossa, nuevamente centrada en un famoso cantante italiano del periodo barroco, vuelve a mostrar las espléndidas cualidades vocales de una intérprete actual de estas músicas, Roberta Invernizzi. Las arias virtuosísticas aquí grabadas habían cautivado al público de los recientemente reabiertos teatros romanos a través de las cuerdas vocales de un eminente cantante a partir de 1718...

Arias for Domenico Gizzi esboza la espectacular carrera de un artista cuya importancia no solamente se debe a su voz, sino a su habilidad para ser llamado a participar en óperas que servían a las necesidades políticas de los poderosos patronos del siglo XVIII temprano:
desde la Reina Cristina de Suecia y James Stuart hasta los cardenales romanos. Las arias de Gizzi elegidas por Invernizzi, procedentes
de los años de gloria del castrato y típicamente en la piel de personajes heroicos masculinos, pertenecen a óperas de Alessandro Scarlatti, Leonardo Vinci, Domenico Sarro, Francesco Feo, Giovanni Battista Costanzi, Giovanni Bononcini y Nicola Porpora.

Como siempre, Antonio Florio dirige con brío a unos estupendos I Turchini, mientras la musicóloga Giulia Veneziano traza en los textos del libreto lo que para muchos resultará territorio previamente inexplorado en la historia del canto.